Max Uhle: publican primera traducción de 'Las ruinas de Moche'
27.04.2014 12:50
"Lo hice porque pienso que el rol de Uhle en el Perú ha sido malinterpretado por el desconocimiento de sus aportes y opiniones negativas injustificadas", dice Kaulicke. (Foto: José Miguel Silva)
Más de un siglo después, "Las ruinas de Moche" ve la luz en idioma español. El manuscrito permaneció intacto en el Instituto Iberoamericano de Berlín, quizás a la espera de un espacio importante como el que obtuvo "Pachacámac".
El viaje de Max Uhle por Sudamérica se inició en 1892. El arqueólogo alemán – que años después se ganaría un espacio en nuestra historia – desconocía por entonces lo que el destino le deparaba: fantásticos hallazgos, grandes dificultades económicas y algunas ingratitudes.
Si bien los libros escolares peruanos lo presentan como el padre de la arqueología científica en nuestro país, pocos mencionan que antes y después de su paso por el Perú, Uhle recorrió Bolivia, Argentina, Chile y Ecuador. En ninguno de estos países dejaría la misma impresión. En todos recibió un trato diferente.
Las excavaciones del arqueólogo europeo generaron decenas de informes y cartas que propiciaron la formación de una cronología del Perú antiguo. Entre esos materiales se encuentran dos publicaciones que, pese a tener la misma relevancia, sufrieron un destino opuesto.
¿Por qué un libro tardaría 100 años en ser traducido, editado y publicado? Las razones son diversas. Algunos afirman que el propio Uhle retrasó “Las ruinas de Moche” por diferencias con los estadounidenses que querían publicarlo en inglés. Otros mencionan que fue el arqueólogo quien nunca se sintió completamente satisfecho con la versión final de su obra.
El Comercio conversó con Peter Kaulicke, doctor en Americanística por la Universidad de Bonn, quien hace unas semanas logró publicar la primera traducción completa de esta obra. Se trata de un libro de 350 páginas con imágenes originales del manuscrito en alemán.
DEL ALEMÁN AL ESPAÑOL: GRATIFICANTE LABOR
“Sí, ha sido algo difícil, pero tengo bastante experiencia con traducciones de este tipo del alemán al castellano. El texto original fue escrito a mano con tachas y agregados del propio Uhle, faltan referencias y había que insertar ilustraciones originales y armar láminas de fotos, con otras palabras un arduo trabajo de edición. Todo este material me fue proporcionado por el Instituto Iberoamericano de Berlín, donde se encuentra el original”, refiere el también profesor de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
La introducción que incluye Kaulicke refiere, entre otras cosas, las peripecias que Uhle afrontó en su intento por descubrir parte de la historia de un país que le interesó desde su paso por los museos de Berlín y Dresden.
“Él siempre tuvo problemas de financiamiento porque llegó a Sudamérica financiado por los alemanes, pero cuando trabajó en Argentina no encontró algo que le interese mucho. Entonces terminó yéndose a Bolivia. Quería trabajar en Tiahuanaco y ahí sí los bolivianos le hicieron muchos problemas. Los alemanes ya no querían darle más dinero. Más adelante, los amigos de Uhle consiguieron apoyo de EE.UU para él. Fue así como pudo venir al Perú y acá tuvo suficiente apoyo como para poder excavar en Pachacámac. Luego murió el que le dio la plata para esta excavación y aparecería otra señora millonaria de Berkeley. Ella le posibilitó excavar en Moche y otros sitios”, destaca.
Los hallazgos de Uhle lograron que su imagen se hiciera conocida incluso fuera del campo de la arqueología. Años después, el ya experimentado arqueólogo alemán asumiría la dirección del Museo de Historia Nacional (28 de julio de 1906, según Alberto Bueno Mendoza). El puesto podría tomarse como un reconocimiento a su labor en Perú. Sin embargo, también fue para muchos el inicio del fin de una etapa.
Aquí es donde la historia se parte en diferentes versiones. La salida intempestiva de Uhle del Museo fue para muchos el reflejo de “envidias y diferencias”. Otros alegan que el alemán intentó, desde su puesto, evitar cualquier salida de reliquias peruanas al exterior. Por entonces, y como en gran parte de nuestra historia, el tráfico de piezas era un problema grave.
Luego de ello, Max Uhle pasaría casi 30 años fuera del Perú. Desde Lima, personajes como Luis E. Valcárcel intentaron reconocerlo públicamente a través de homenajes y pronunciamientos. La Universidad San Marcos organizó un jubileo en su honor en 1935. Uhle retornó a nuestro país cinco años después. Bueno Mendoza destaca que su llegada coincidió con el estallido de la Segunda Guerra Mundial.
El sabio alemán sería detenido y expulsado del país en un incidente que lo alejó para siempre de un territorio en el que excavó y teorizó ideas que incluso hoy siguen vigentes. Tanto “Pachacámac” como “Las ruinas de Moche” tienen el mismo valor.
“Desde hace casi 20 años he traducido sus artículos, he organizado simposios y he publicado una serie de trabajos suyos. Lo hice porque pienso que el rol de Uhle en el Perú ha sido malinterpretado por el desconocimiento de sus aportes y opiniones negativas injustificadas. En el último simposio de 2006 en la PUCP hubo un consenso general que Uhle sigue vigente y es necesario publicar sus obras inéditas y sobre todo ‘Las Ruinas de Moche’”, indica.
Para Kaulicke, el principal aporte de su compatriota gira en torno a la elaboración de una cronología completa, una historia del sitio que se inicia con las huacas y termina con Chimú cuando estas ya estaban abandonadas.
“Hoy en día sería Moche o Mochica como inicio, Huari (según Uhle, Tiahuanaco) y Chimú. Con ello, él pudo demostrar que las huacas eran aún más antiguas que lo que hoy se conoce como Huari, mientras que la opinión general de su tiempo era que eran obras muy tardías del tiempo de los incas”, concluyó.
LAS HUACAS DEL SOL Y LA LUNA: UN REFLEJO DE LA HISTORIA
El proyecto de las huacas del Sol y la Luna , ubicado en el departamento de La Libertad, comenzó el 15 de mayo de 1991. En diálogo con El Comercio, el arqueólogo y responsable de la iniciativa, Ricardo Morales, recordó el camino recorrido en estos casi 23 años de arduas labores.
“Desde 1991 hasta el presente mantuvimos una oportunidad permanente, sin descanso ni vacaciones. Comenzamos con un personal de 12 y hoy tenemos 140 personas”, menciona.
La belleza y relevancia del lugar ha motivado un crecimiento constante del flujo de visitantes, no solo nacionales sino también internacionales. Según Morales, en 2013 llegaron 126 mil visitantes. Las huacas de Moche son el segundo espacio con más llegada de turistas en la zona norte del país.
La administración del sitio es un ejemplo de que sí es posible la unión entre el Estado y los privados. El Congreso de la República destina un presupuesto determinado para la Universidad Nacional de Trujillo y ésta se une con el Patronato Huacas del Sol y la Luna para mantener el sitio y profundizar las excavaciones. Fueron estos trabajos los que permitieron que en noviembre del año pasado se hallen imágenes de felinos en un patio ceremonial.
Consultado sobre si hay un espacio dedicado especialmente a Uhle en las huacas, Morales menciona que no existe. No obstante, informó a El Comercio que sí existe la propuesta para instalar un busto del arqueólogo alemán.
La publicación de “Las ruinas de Moche”, la conservación de las Huacas del Sol y la Luna y el estudio de la obra del padre de la arqueología científica en el Perú son las principales formas de mantener viva la trascendencia de un personaje de esta magnitud.
Fuente: El Comercio