Ciclismo de montaña: la ruta del Chirimoyo en Pachacámac
01.05.2013 16:55
En la última entrega de nuestro blog Pura Aventura, Carlos Muñiz nos presenta la ruta del Chirimoyo, un imperdible circuito para los amantes de la adrenalina y el ciclismo de montaña en medio de un espectacular paisaje de lomas costeras en el valle de Pachacámac.
“Este circuito se adecúa tanto para los amantes al cross country como para los adictos a la adrenalina que buscan la emoción del descenso por un camino muy técnico”, explica el autor de la nota, y luego hace un resumen de la gran variedad de flora y fauna que se puede encontrar en el lugar.
LA TREPADA
El circuito tiene una distancia de unos 20 kilómetros, de los cuales la mitad son de ascenso y que en un buen ritmo de pedaleo se hacen en un promedio de una hora y media llegando a una altura de 650 metros. Este circuito es utilizado por los ciclistas más o menos desde 1990.
Antes de cualquier actividad física siempre es recomendable hidratarse bien y realizar ejercicios de calentamiento y estiramiento.
Partiendo desde el quiosco de Félix Moreno, también conocido como el quiosco del mexicano, se inicia en un falso plano o camino de leve pendiente, tomando una trocha carrozable en dirección SE hacia las lomas (circuito El Prado) por más o menos 500 mts. (lo que nos va a permitir calentar los músculos paulatinamente). Luego se dobla a la derecha hacia el sur más o menos por 1 kilómetro, también sobre una trocha carrozable, para luego tomar un ‘singletrack’ o camino de herradura que va nuevamente internándose hacia el este, pasando entre algunas granjas de pollos por aproximadamente unos 3 kilómetros en dirección hacia las faldas del cerro. En este sector la pendiente se pone un poco más difícil, se incrementa el ritmo cardíaco y se acelera la respiración, el camino se angosta y se pone muy técnico hasta que nos encontramos con un gran muro de concreto y piedra que corta el sendero, por lo que obligadamente el camino baja hacia la quebrada del Manzano y toma la trocha que se interna hacia la sierra. En este punto se tiene que ingresar por un portón de caña, ya que aquí queda la concesión de Cementos Lima y el Santuario del Amancay, loable esfuerzo para preservar esta flor. También en esta zona se encuentra el circuito de downhill de los Amancaes.
Siguiendo la trocha carrozable por otros 3 kilómetros llegamos al desvío de Pueblo Viejo, donde nuevamente se retoma el ‘singletrack’ y es donde la pendiente se pone más exigente. Lo bueno es que para este momento nuestros músculos ya se encuentran calientes, lo que nos permite afrontar la subida sin molestias. Este sendero va en dirección SO bordeando la falda del cerro Chirimoyo por aproximadamente 2 kilómetros hasta llegar a Pueblo Viejo, sitio arqueológico muy bien conservado y cuya recuperación y estudio está en manos de un grupo de arqueólogos del INC.
Luego de visitar este interesante lugar nos encontramos a una altura de 530 m.s.n.m. y acá tomamos nuevamente otra trocha carrozable por 600 metros que desemboca en el abra del Puquio, siendo este un sitio apropiado para recuperar el aliento, ya que la vista desde este punto es excelente. Aquí podemos observar la quebrada que da hacia la pampa del Lúcumo, con una linda vista al mar, o la quebrada que se interna hacia la sierra.
En el abra del Puquio el camino se convierte durante 500 metros en una estrecha huella de aproximadamente 30 cms de ancho, muy sesgada, técnica y que literalmente le hace un corte transversal a la cara sudeste del Chirimoyo, culminando en una especie de terraza plana que nos sirve para recuperarnos ya que es una sección que exige bastante concentración y físico. Además, es desde este sitio donde se inician la serie de “eses”, este camino con curvas en “S” o en zigzag que nos sirve para poder trepar pendientes pronunciadas manteniendo una cadencia regular. En este punto es muy importante mantener un ritmo constante pero sin ahogarse, ya que el remate de esta etapa es con una recta de pendiente muy pronunciada de más o menos 50 metros pero que exige lo máximo de cada ciclista. Es una de las partes más fuertes.
Luego del exigente ascenso, llegamos casi sin aliento a una estrecha planicie que tiene una huella de maquinaria pesada que nos permitirá darle la vuelta a esta pequeña colina que nos falta para coronar. La huella dura aproximadamente unos 600 metros y nos permite preparar el cuerpo para afrontar la última trepada que nos lleva a la cima. Esta es por un ‘singletrack’ de 200 metros de largo y bastante empinado, y es el último esfuerzo antes de enfrentar la gravedad del descenso. En este punto la vista es espectacular y se aprecia hacia el oeste todo el valle de Pachacámac, las islas con el mismo nombre, las pampas de Pacta, etc. Por su parte, hacia el este tenemos la visión de toda la cadena que se interna hacia las alturas de Langa, destacando el imponente apu Wichuka, con más de 4.000 metros de altura.
Este es un momento de relax en el que la gente aprovecha para descansar, conversar, comer y beber algo mientras se espera a que lleguen algunos rezagados. Es importante en este momento revisar que nuestras bicicletas estén funcionando en perfectas condiciones, sobre todo el sistema de frenos y las llantas, ya que el descenso no perdona ninguna falla y cualquier mal funcionamiento podría costarnos una fuerte caída con graves consecuencias. Es por eso que muchos ciclistas prefieren llevar consigo protectores para las canillas y rodillas y coderas para bajar con más confianza.
EL DESCENSO
Todo sacrificio tiene su recompensa, y en el caso del ciclismo de montaña, después del gran esfuerzo de la trepada ahora nos toca enfrentarnos con el placer de descender a toda velocidad. Para esto encontramos dos muy buenas alternativas. La primera y más clásica es la bajada que antes era utilizada como circuito de downhill, muy técnica y veloz por sectores en donde podemos agarrar velocidades mayores de 70 kilómetros por hora. Esta bajada tiene una duración de 8 ó 10 minutos, sin embargo en carrera se hacía en menos de 3 minutos.
Para tomar esta ruta se debe seguir el ‘singletrack’ que baja por la cara oeste, haciendo “eses” con velocidad para desembocar en un escalón que corta una trocha. Luego se sigue por la huella hacia la izquierda y nuevamente nos topamos con otro escalón. Estos no son muy grandes, por lo que se pueden pasar a toda velocidad simplemente transfiriendo todo el peso de nuestro cuerpo sobre la llanta trasera de la bicicleta, ahí nuevamente se corta la trocha para desembocar en una recta sesgada estrecha y muy veloz, en este momento simplemente nos paramos sobre los pedales en forma paralela, adoptando una posición aerodinámica para poder agarrar la mayor velocidad posible. Hay que estar atentos porque al final de este sesgado hay una especie de badén que hay que pasar saltando si es que se viene muy rápido, para así evitar golpear y desestabilizarnos. Esta recta finaliza en un salto que te bota a una trocha ancha con dos curvas con peralte, que desemboca en el “arbolito”, que es en donde se inicia la quebrada del Chirimoyo propiamente dicha.
Normalmente en este punto nos detenemos un minuto a esperar a que se junte el grupo nuevamente. Acá en lugar de bajar directamente a la quebrada, se dobla a la derecha sesgando hasta llegar a un escalón grande de más o menos 1.30 metros de altura. Esta parte es un poco peligrosa pero tiene una alternativa más suave.
Luego del escalón se toman dos saltos veloces y dos curvas grandes antes de pasar por un pequeño cañón de piedras que ya nos bota en la huella de la quebrada propiamente dicha. Esta huella también es muy técnica y veloz, acá la tierra es roja y arcillosa, dándole al suelo un buen agarre. Esta zona está plagada de piedras que debemos sortear con habilidad y técnica, las partes más divertidas son la curva en ocho o curva roja, la piedra del portaviones, la curva negra, y el salto final. A este punto los ciclistas van llegando con una amplia sonrisa en el rostro después de haber liberado gran cantidad de endorfinas y adrenalina.
En Lima, muy cerca del poblado de Pachacámac, donde empiezan a juntarse el desierto costeño y las montañas, se forma un exclusivo microclima gracias a la humedad que brinda esa gruesa capa de neblina que convierte a nuestra capital en una ciudad de cielo gris. Debido a su cercanía con las montañas, en esta zona la niebla queda atrapada formando un frágil ecosistema a lo largo de la costa central, que abarca una franja de aproximadamente 15 kilómetros de ancho de las denominadas lomas costeras, escenario perfecto para la práctica del ciclismo de montaña y del trekking gracias a la variedad de caminos y senderos que se encuentran por estos cerros, ya que por muchos años han venido siendo utilizados para el pastoreo.
En esta oportunidad acompañamos al team Intibike liderado por Guillermo Roda, gerente de esta empresa especializada en ciclismo de montaña, turismo de aventura y vivencial y responsable de recorrer una de las rutas más representativas de la cadena de lomas muy cerca del valle de Pachacámac.
Es en esta cadena de lomas donde se encuentran los mejores senderos para montar bici, caminar y volar parapente, como el cerro El Chirimoyo. Es acá donde podemos encontrar uno de los mejores lugares para la práctica del ciclismo de montaña en el Perú. Este circuito se adecúa tanto para los amantes al cross country como para los adictos a la adrenalina que buscan la emoción del descenso por un camino muy técnico.
Este ecosistema de lomas es muy raro en el mundo y acá en el Perú se encuentra en vías de extinción, siendo solo protegida la zona de las Lomas de Lachay, al norte de Lima.
La altura de esta va de 100 a 750 m.s.n.m y la temperatura puede variar desde 12.8 °C en invierno a 20.8 °C en verano.
En las lomas se han registrado más de 74 especies de plantas, 25 de ellas en vías de extinción. Entre las especies más notables se encuentran la papaya silvestre, el palillo, la tara y la ortiga, que cubre la zona de vistosas flores amarillas. También a fines de junio y principios de julio puede observarse la casi extinta flor de Amancaes.
Los mamíferos más abundantes son los roedores, aunque pueden encontrarse también otras especies como el zorro costeño, el zorrino, el ratón de monte y la vizcacha. Existen relatos de pastores donde se cuenta que hace muchos años ocasionalmente aparecían venados grises.
En las lomas existen aproximadamente 55 especies de aves pertenecientes a 16 familias, entre ellas: la lechuza de los arenales), la perdiz, el cernícalo americano y diversas especies de picaflores.
Este ecosistema además brinda excelentes y extensos pastos que son aprovechados por los pastores que bajan caminando con sus animales aproximadamente 70 kilómetros desde las alturas del distrito de Santo Domingo de los Olleros, a 3,700 m.s.n.m. Gracias a estos pastizales, estos campesinos pueden alimentar sus cabras y ganado vacuno en esta época del año en que en la sierra no llueve y los pastos se encuentran secos.
Toda esta zona, debido a la cercanía con el templo de Pachacámac, era una importante ruta de acceso e integración entre la costa y la sierra, por lo que está llena de caminos ancestrales y de sitios arqueológicos interesantes, correspondientes al período Intermedio Tardío, entre los cuales destaca Pueblo Viejo, complejo que perteneció al Señorío de Ichma, y que se puede observar camino al Chirimoyo. Este cerro está estratégicamente situado y protegido, y ahí han sido descubiertos diferentes objetos utilitarios y muchas puntas de lanzas y morteros, por lo que se cree que este fue uno de los principales centros de abastecimiento de armas y lugar donde se encontraba recluido gran parte del ejército que custodiaba el templo de Pachacámac.
La otra ruta para bajar es un poco más larga y necesita de mayor técnica ya que la pendiente es mucho más pronunciada que descender por la quebrada. Este sendero atraviesa por innumerables andenes preincas que hacen la ruta más interesante, dura 20 minutos aproximadamente, y ha sido trabajada y limpiada por un grupo de ciclistas encabezados por Gustavo Prado, a quien debemos agradecerle por su ímpetu explorador y por darnos más alternativas para practicar este lindo deporte. En otra oportunidad podremos describir esta bajada que merece un artículo especial.
Como podemos ver, el circuito termina en la quebrada del Manzano, por lo que nuevamente tenemos que cruzar la trocha carrozable para regresar hasta donde dejamos los carros. Toda esta sección es en bajada y es el mismo camino que utilizamos para subir hasta el portón de Cementos Lima.
IntiBike.com además de organizar tours de varios días en hermosos lugares del Perú, organiza tours de un solo día en Lima en lugares épicos para la práctica del ‘mountain bike’, como Santo Domingo de los Olleros, Marcahuasi, Quipán y Pachacámac.
Informes:
www.conandes.pe
www.intibike.com