Cabo Blanco: La costa dorada del Merlín
12.11.2012 23:00
IÑIGO MANEIRO
Desde El Alto comienza un espectáculo que siempre me ha transportado a una especie de tiempo surrealista. Tras dejar esa gran planicie, donde los martillos petroleros de colores llamativos inundan el paisaje, comienza un empinado descenso de unos cinco kilómetros hasta Cabo Blanco, con toda la inmensidad del océano frente a uno. En ese mar, como hongos metálicos, aparecen dispersas las plataformas y los botes de pescadores, que hacen de esta zona el lugar de la costa peruana que posee más pozos de los que se extrae el oro negro. Todo parece estancado en el tiempo, en la época dorada de los años 50, cuando Cabo Blanco era la meca mundial de la pesca deportiva, y acogía en su mítico Cabo Blanco Fishing Club, hoy abandonado.
Marilyn Monroe, Paul Newman, Cantinflas, James Stewart, Lucía Bosé, la madre del cantante y actor español Miguel Bosé, Humphrey Bogart, Rockefeller y quizá la figura más sobresaliente de todos ellos, el escritor Ernest Hemingway, son algunos de los que pasaron por este lugar. Del que mayor recuerdo se conserva es de este último, en parte por las fotografías que decoran las paredes del restaurante Cabo Blanco.
Hemingway residió en este minúsculo pueblo para escribir parte de su obra “El viejo y el mar”, con la que recibiría el Premio Pulitzer (1953), además de dedicarse a pescar merlines negros, peces espada, rodaballos, atunes y peces vela, entre botellas de whisky. Y es que el mar de Cabo Blanco tiene una particularidad que lo hace único en el mundo. En este lugar se encuentran dos grandes corrientes: la de El Niño y la de Humboldt, haciendo que la riqueza marina se eleve a la enésima potencia, que sus aguas no sean ni frías ni calientes y que esos recursos pesqueros estén disponibles todos los meses del año.
OLAS Y FUTUROS HOTELES
Para muchos surfistas, Cabo Blanco posee una de las mejores olas del Perú, un tubo de izquierda que peina un reef que se encuentra junto al muelle. Una ola que puede llegar a los cuatro metros de altura y que exige cierta experiencia para no acabar estrellado en las rocas que llegan a la orilla. Esa ola está acompañada por otra, en la parte sur de la playa y cuyo nombre lo dice todo: Panic Point.
Colindante por el norte y a lo largo de toda la costa de El Ñuro, hay diversos proyectos inmobiliarios que incluirán desde casas particulares a hoteles, como el que está diseñando la cadena Inkaterra, poseedora de un gran terreno en el mismo Cabo Blanco y donde piensa levantar un lodge que ofrezca y reviva las experiencias que la ‘high society’ vivió hace 60 años, con el toque de sostenibilidad y conservación que siempre da esta cadena peruana a sus productos.
Fuente: El Comercio