Arequipa: La reserva de los volcanes

19.11.2012 20:43

 

IÑIGO MANEIRO
El Perú es uno de los países más biodiversos del mundo. En muchas de sus selvas, montañas y mares se concentran varios de los récords mundiales en fauna y flora. Por ello existe un sistema que cuida y conserva esa enorme riqueza natural para el disfrute, la investigación y la admiración de nuestros hijos y nietos, y, al final, de todo el planeta.
 
Ese sistema está formado por muchos lugares, manejado por el Sernanp, el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas. Un conjunto de espacios clasificados en diferentes categorías según los recursos a conservar, su fragilidad y la disposición humana para usarlos. Algunas de esas áreas incluso están reconocidas por la Unesco o la Convención Ramsar como patrimonio mundial.
 
En el Perú, hay más de 20 millones de hectáreas, es decir, más de 20 millones de campos de fútbol profesionales, conservadas de diferentes maneras. Una de esas áreas es la Reserva Nacional Salinas y Aguada Blanca, cuyo 97% pertenece a Arequipa y el resto a Moquegua, ubicada a medio camino entre la Ciudad Blanca y el cañón del Colca. Al ser una reserva nacional se conserva la diversidad biológica permitiendo el uso sostenible, incluso comercial, de los recursos que posee por las comunidades locales.
 
Con una extensión de unas 370 mil hectáreas, la reserva cubre altitudes que van desde los 3.500 m.s.n.m. a los más de 6.000 m.s.n.m. que posee el volcán Chachani, uno de los que se encuentra dentro de ella, junto al Misti, Ubinas o Pichupichu, y que podemos observar desde muchos de sus puntos. Se creó en 1979 con el objetivo de cuidar el paisaje y los recursos naturales que posee.
 
AVES, CAFÉ Y PETROGLIFOS
Las enormes extensiones que forman la reserva están cubiertas de vegetación que conserva el agua que cae de la nieve, el granizo y la lluvia, y que, después, utilizan muchas comunidades y hasta la misma ciudad de Arequipa. Otro de los recursos son las vicuñas. Pero además hay una pequeña población de guanacos, tarukas, zorros, pumas, gatos andinos y más de 150 especies de aves diferentes, algunas de ellas acuáticas, por lo que esta reserva también forma parte de la Convención Ramsar que cuida los humedales que hay en el mundo.
 
A veces vemos esa fauna entre extrañas formaciones pétreas, que cubren muchas áreas de la reserva, como es el caso de Patahuasi, muy cerca al cafetín El Chino de Viscachani, lugar de parada obligatoria camino al Colca. También hay restos arqueológicos de antiguas sociedades que hace 10 mil años habitaban el lugar, como las cuevas de Mollepunku, Sumbay, ubicada en un desvío de la ruta de viaje a Chivay, o La Pulpera, ricas en petroglifos y pinturas rupestres.
 
La reserva nos recibe en nuestro viaje al Colca. Desde ella ascenderemos a la parte más alta del viaje, Patapampa, a 4.950 m.s.n.m. uno de los grandes destinos para la práctica de la bicicleta de montaña.
 
Fuente: El Comercio